El posible destino de las sociedades del siglo XXI, profundamente transformadas por el auge de las tecnologías de la información y la comunicación, será el de convertirse en sociedades del conocimiento porque serán sociedades en las que éste se comparta. ¿Cómo es posible establecer ese nexo? Conviene recordar que las nuevas tecnologías son tecnologías de redes y que, en estas últimas, el conocimiento es un estado
de hecho ya que los miembros de una misma red son interdependientes. En ese contexto, la interdependencia obliga a compartir los conocimientos si deseamos ser eficaces. ¿Es pertinente entonces seguir contraponiendo la ética a los resultados y la solidaridad a la eficacia? Uno de los puntos fuertes esenciales del aprovechamiento compartido del conocimiento es que permite hacer economías de escala y evitar duplicaciones inútiles, entrañando así una disminución de los costos. Desde este punto de vista, la noción de “sociedades del conocimiento” ofrece nuevas posibilidades al desarrollo humano y sostenible ya que sintetiza aunque diferenciándolos al mismo tiempo enfoques tan variados como los que ofrecen las nociones de “sociedad de la información”, “economía basada en el conocimiento”, “sociedades del aprendizaje”, “sociedad del riesgo” o “educación para todos a lo largo de toda la vida”.